No es casualidad que muchas personas elijan un destino con mar para sus vacaciones. Con solo ver la gran masa de océano desde la ventanilla del auto o de sentir su brisa en la cara o de escuchar sus movimientos se activa el “modo vacaciones”.
La mayoría de las personas experimenta una agradable sensación de calma, relajación y bienestar cuando está cerca del mar, pero ¿por qué? Los neurocientíficos demuestran que no es solo una percepción subjetiva, sino que realmente se producen cambios en nuestro cerebro. A través de un proyecto llamado BlueHealth, la investigadora Lora Fleming y su equipo de la Universidad de Exeter, en Inglaterra, demostraron el impacto que tiene el mar y sus olas en la mente humana.
Según el estudio, el sonido de las olas del mar activan la corteza prefrontal del cerebro, un área asociada a las emociones, haciendo que la capacidad de bienestar y autoconocimiento se amplíe. Además, tienen el poder de regular los niveles de serotonina, sustancia química producida por el organismo responsable de la mejora del estado de ánimo y de la reducción de la ansiedad.
Se constató también que el cortisol, la hormona del estrés, reduce sus niveles en el organismo con el ruido de las olas del mar, que tiene patrones de volumen y frecuencia armónicos y relajantes. El sonido generado por el mar puede remitirnos a los ruidos que oímos cuando estábamos en el vientre materno, lo que genera un gran impacto emocional inconsciente en lo que se refiere a la protección y la seguridad.
El entorno en el que nos desenvolvemos está cargado de iones, tanto negativos como positivos. Se ha demostrado que los iones positivos, como los que emiten la mayoría de los equipos electrónicos, disminuyen nuestra energía. Al contrario, los iones negativos, que son comunes en el mar, generan un estado de activación positiva. De hecho, un estudio realizado en el Mount Carmel College de Bangalore develó que los iones negativos tienen un efecto positivo en nuestro desempeño cognitivo (memoria, atención, creatividad y toma de decisiones).